viernes, 30 de julio de 2010

ECUADOR - VOLCÁN RUCU PICHINCHA (1)

por CLAUDIO MADAIRES
claudio.madaires@gmail.com








A lo largo de los últimos 6 años, desde el 2004 hasta el 2010, he acampado unas 20 veces en las laderas del Rucu Pichincha, el volcán más próximo a la ciudad de Quito.



"Rucu", en lengua quichua, significa "viejo". Este nombre tiene sentido en contraposición al "Guaga" ("joven") Pichincha, volcán conectado con él. A diferencia del Rucu, apagado, el Guaga está activo y representa siempre un peligro latente para la ciudad capital del Ecuador.



Hace años que funciona un eficiente teleférico, el cual une la ciudad de Quito con las proximidades del Rucu. El teleférico asciende desde 2800 a 4100 metros en unos 10 minutos.



Desde que descendemos del teleférico, hemos de caminar un par de horas por un sendero bien marcado hasta llegar al sitio de acampada.



Panorámicas de los Andes ecuatorianos a esa altura.



Quito, mientras ascendemos al Rucu, parece una ciudad soñada.



La vegetación es tupida a esa altitud. Hallaremos verde y flores multicolores por doquier.



Abajo, panorámica desde unos 4500 metros, justo debajo de la cima del volcán. El lugar es conocido como "Cueva del oso". Nunca supe por qué lo llamaron así.



Abajo, comiendo una reconfortante sopa en la "Cueva del oso".



Sin embargo, como no está entre mis apetitos hacer cumbres peligrosas (varios montañistas de varias nacionalidades murieron subiendo o en la cima del Rucu, alcanzados por rayos), de la "Cueva del oso" nunca pasé.



Prefiero acampar para disfrutar de las noches de los Andes.



"Acampar" significa llevar equipo de alta montaña. Los vientos nocturnos son terribles y el frío no es de despreciar. En la carpa, la temperatura permanece fija a 0 grados. Afuera suele descender a varios bajo cero, según los termómetros digitales.



Pese al frío y a los vientos aullantes que intentan arrancar la carpa de raíz, si uno lleva equipo adecuado disfrutará de las maravillas de las noches en los Andes, con cielos estrellados deslumbrantes y una paz imposible de hallar en las ciudades.



Jamás me topé con otro montañista que acampara en el Rucu.



En la Internet no hallarán fotos de acampadas nocturnas como las que les muestro aquí. Tampoco aparecen monstañistas al amanecer y durante los ocasos.



Continúo el próximo mes con mis experiencias en el Rucu Pichincha



© CLAUDIO MADAIRES

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