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Hace un tiempo conté sobre el Narque Nacional de Tierra del Fuego, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad de Ushuaia. Este mes, algo de la capital más austral del mundo.
Tras sobrevolar la cola final de los Andes, el aeropuerto de Ushuaia.
Estamos apenas a 1.000 km de la Antártida argentina. En el mes de mayo, cercano el invierno, los días van acortándose de luz y de calor drásticamente.
Por efecto de la inclinación del Sol a esas latitudes, los paisajes diurnos parecen como pintados por un artista.
Ushuaia es una bella ciudad.
Cuidado con la nieve en las calles. Hay que pisar con mucho cuidado.
El turista encontrará todo lo que necesite, desde ropa hasta equipos fotográficos de última generación. Abundan buenas camas de hostal por menos de 10 euros la noche, desayuno incluido, para aquellos que gustan rodearse de gentes aventureras de todas partes del mundo, de España a Brasil y de Francia a la India.
Días de límpidos cielos azules alternados con días nublados y nevados en el mes de mayo.
Abajo, el Presidio del Fin del Mundo, sobre el cual ya abrí una entrada meses atrás. Un paseo obligado.
Abundan los cabaret en Ushuaia. Abajo, "Candilejas". Aunque no he ido a ninguno, ni siquiera como observador, esperen pagar unos 100 euros por compañía femenina.
El cordero patagónico, una de las estrellas gastronómicas. Hay restaurantes de tenedor libre para los glotones sin remedio, como quien escribe.
También en Ushuaia está la Biblioteca del Fin del Mundo. Abajo me ven dejando un libro propio de poesías y otro de mi querida Mariví Guarderas. No pude resistir la tentación de colaborar con unas hebras poéticas en la Biblioteca.
Creo que son gaviotas o parientes cercanos las aves de la foto de abajo. Bello espectáculo.
Los colores "artísticos" que advierten en las fotos no son resultado de manipulación digital.
Los paisajes parecen soñados. No exagero.
Una visita interesante, de exigencia física media, es ascender al Glaciar Martial, ubicado a pocos kilómetros del Centro de la ciudad.
Desde su altura, el paisaje luce hermoso.
Pese al frío de mayo, ya ven que es posible moverse casi a calzón quitado entre la nieve del Martial. Ni siquiera me resfrié. Y eso que estuve más de una hora así como me ven.
Ahora sí. Después de haber paseado por el Glaciar Martial casi en paños menores, me merezco una regia porción de algo exótico de regreso a la ciudad: una gruesa tajada de la célebre merluza negra. Un plato de sabor único, que nada tiene que ver con el de las merluzas "normales" de supermercado (*). La porción de tres dedos de grueso de merluza negra como la que ven en la foto cuesta un ojo de la cara, sí; pero ignoro si volveré al Fin del Mundo en esta vida, o si hay merluza negra en el paradisíaco menú de la próxima...
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(*)¡Atención con la merluza negra! Este magnífico pez que llega a pesar más de 120 kg y que se pesca lejos de la costa de Ushuaia, a unos 1.500 metros de profundidad, debe ser pedido en tajadas gruesas. Recomiendo, para disfrutarla a pleno, que la cocinen a la parrilla y sin especias que contaminen su noble y "antártico" sabor". Una guarnición de papas fritas será suficiente, en tanto y en cuanto vaya acompañada de un vino blanco seco.
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